lunes, 16 de abril de 2007

Las señoritas de Aviñón (Les demoiselles d’Avignon, Pablo Picasso, 1907)

Se está cumpliendo el primer centenario de este cuadro, uno de los de mayor impacto en toda la historia del arte occidental, y que fue y sigue siendo un referente cuando hablamos del arte contemporáneo, por cuanto se trata de una obra absolutamente revolucionaria, gestada en un momento de efervescencia artística y auténtico inicio de ese estilo que ha pasado a la historia con el nombre de cubismo.

Señoritas centenarias que se mantienen con la misma lozanía que en sus inicios, y que no parece que vaya a marchitarse, habida cuenta de los debates que se siguen manteniendo en cuanto a su significado y ante el carácter de hito fundamental para entender el desarrollo del arte contemporáneo.

Picasso pinta Las señoritas de Aviñón (óleo sobre lienzo, 243,9 x 233,7 cm, Nueva York, MoMA) entre la primavera y el verano de 1907 (el artista contaba entonces con 25 años), en un momento de crisis sentimental ya que estaba a punto de separarse de Fernande Olivier, que venía siendo la compañera sentimental del malagueño desde hacía unos años. Antes de llegar a realizar la pintura que hoy conocemos, Picasso hizo cientos de dibujos preparatorios, en los que aparecen multitud de figuras femeninas que presentan rasgos que las emparentan con modelos africanos y oceánicos, además de con la escultura íbera.

La composición primigenia incluía cinco mujeres y dos hombres, los cuales desaparecerían en la versión definitiva. Las figuras masculinas iban a ser un marinero y un estudiante con una calavera en la mano, mostrando una convivencia total y absoluta entre las ideas del placer y de la muerte. Esas figuras desaparecen a favor de las cinco mujeres que muestran con total desinhibición sus cuerpos a los posibles clientes, siguiendo un esquema que mucho que ver con las Bañistas de Cézanne (imagen 2) o la obra de Matisse Lujo, calma y voluptuosidad (imágen 3).
Al ver el cuadro tenemos la sensación de que estas mujeres están recibiendo a alguien, que alguna persona, probablemente un varón, ha llegado y muestran sus cuerpos como producto de consumo, generándose una triple presencia, con la única real de las mujeres, el posible cliente que muy bien puede coincidir con el espectador o no. En este último caso nosotros quedaríamos convertidos en una especie de voyeurs sin pretenderlo.

La obra fue tan rompedora en su momento que ni siquiera el que luego será el gran marchante de los cubistas, Daniel Henry Kanhweiler, la supo apreciar. Se trata de una composición contundente, casi brutal de un asunto que no era la primera vez que se veía en el arte occidental, pues cuadros representando a prostitutas que se ofrecen a su cliente ya se habían pintado muchos, pero Picasso logra hacer un cuadro totalmente perturbador, agresivo y provocador.

Aparecen cinco mujeres de tonos rosáceos enmarcadas por unas cortinas, tres de las cuales, las de la izquierda recuerdan modelos íberos, mientras que las otras dos tienen unos rostros claramente derivados de las máscaras africanas. Sus cuerpos no tienen redondeces, sino que priman los ángulos agudos, las aristas, una dura geometría A sus pies un frutero que muestra una sexualidad elocuente en la porción de sandía, unas uvas testiculares, una manzana y una pera. Bodegón en el que se pueden rastrear la influencia de Cézanne.

La relación que mantienen las figuras con el espacio en el que se enmarcan también es profundamente novedosa, ya que rompe de forma total con la herencia de la representación tridimensional heredada del Renacimiento. Aquí todo se rompe en planos, los elementos de la composición están aplanados, apenas si hay sensación de profundidad, que si bien origina deformación, al mismo tiempo se mantiene dentro de un esquema todavía figurativo.

2 comentarios:

Daniel Mercado dijo...

Siempre encuentro cosas que me sorprenden en tu blog. Soy un ignorante en cuanto al arte de Picasso, siempre digo que mi gusto por la pintura se quedó en el barroco. Pero la descripción que haces me provoca interesarme un tanto más por esta pintura, para mí, novedosa. Gracias, además de escribir muy bien, instruyes.

Alfredo dijo...

Gracias otra vez. El mundo del arte, de cualquier arte, tiene tras de sí montones de cosas que creo que merece la pena descubrir y en este caso, esta obra es un auténtico icono del arte contemporáneo que merece la pena intentar conocer en profundidad.

Un saludo!