jueves, 3 de mayo de 2007

Carta de una mujer desconocida (Xu Jinglei, 2004)

En ese mismo instante me enamoré de ti. Sé que las mujeres suelen decir palabras como estas a hombres como tú, pero créeme, no ha habido mujer alguna que haya amado de forma tan profunda y sincera como yo. Porque en el mundo no hay nada comparable al amor guardado en secreto e inadvertido para todos, de la chiquilla oscura que era yo. Ese tipo de amor no abriga esperanza, es respetuoso y tranquilo, expectante y arrebatador. Es totalmente diferente al amor ardiente del deseo inconsciente e insaciable de las mujeres adultas. Sólo una niña solitaria puede concentrar toda esa pasión. Sin experiencia alguna, sin preparación, me zambullí en mi destino. Como si hubiera caído en un abismo, desde ese mismo instante en mi corazón sólo ha habido una persona.

No creo que puedas entenderlo. En ese momento, en tu casa, los recuerdos del pasado se abalanzaron sobre mí como un torrente devastador. Mi infancia, mis sueños, mi vida entera estaba allí. Había observado millones de veces aquella puerta con expectación y deseo y ahora estaba del otro lado, envuelta en tus brazos. Era un sueño hecho realidad. Un sueño que no se iba a desvanecer al despertarme.

Ella.- ¿Qué pasa? ¿Por qué no bailas?
Él.- No me gusta bailar. Sólo lo finjo.
Ella.- Y ¿por qué vienes?
Él.- Por aburrimiento. En casa me aburro. Aquí al menos el tiempo pasa más rápido.
Ella.- Entonces ¿cuándo escribes? ¿Cuándo escribe un escritor?
Él.- En mi caso, sólo cuando estoy muy aburrido.
Él.- ¿Cómo os conocisteis?
Ella.- Conocerme es fácil. Está al alcance de todos.
Él.- Ahora yo también te conozco.
Ella.- Por supuesto.
Él.- Mucho gusto.
Ella.- El gusto es mío.
Él.- ¿Cuándo podemos volver a vernos?
Ella.- Podemos… cuando tú quieras.
Él.- ¿Qué tal ahora?
Ella.- Muy bien, vamos.

¿Qué importan los amigos? ¿Qué importa el amor propio? Si volviera a ocurrir actuaría de la misma forma. Tu voz tenía una fuerza misteriosa que no podía resistir. Después de más de 10 años de cambios continuos todo seguía igual. Bastaba con que me llamaras y yo, aunque estuviera en la tumba, sacaba fuerzas para levantarme y seguirte hasta cualquier sitio.

Él.- Debo ir a Zhang Jia Kou. Estaré un par de semanas.
Ella.- ¡Qué lástima!
Él.- ¿Te refieres al país o a nosotros?
Ella.- A ambos. El hombre a quien amo también se ausenta con frecuencia.
Él.- ¿El capitán? Es normal en el ejército.
Ella.- No hablo de él.
Él.- Los que se van siempre regresan.
Ella.- Sí, vuelven, pero al regresar han olvidado todo.
Él.- ¿no sientes que esto ya había ocurrido antes?
Ella.- ¿El qué?
Él.- Tú y yo, desayunando, hablando de la guerra, de alejarme de ti, de separación. Es muy extraño ¿No te parece? Sé que algunos explican este fenómeno de forma científica, pero yo creo que se trata del destino, seguro que tú y yo fuimos amantes en otra vida. ¿Qué te pasa?
Ella.- Nada. Tengo que irme.
Él.- Espera. Cuando vuelva te iré a buscar.

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