martes, 16 de junio de 2009

Cai Guo-Quiang (Quanzhou, China, 1957)



Artista nacido en plena Revolución Cultural china, Cai Guo-Quiang amalgama en su obra una multiplicidad de influencias de muy diverso origen que le convierten en un creador que puede ser degustado tanto en Oriente como en Occidente. Como él mismo reconoce en una entrevista publicada en el número 123 de la revista Descubrir el Arte y que firma Kristian Leahy, el hecho de nacer en una zona alejada del epicentro pequinés, le permitió mantenerse en contacto con las tradiciones locales de su provincia, además de recibir, gracias a la existencia de un puerto marítimo, ideas provenientes de otros países, además de vivir en una zona de coexistencia entre el budismo y el taoísmo. Hechos todos ellos que serán determinantes en su obra.

Su devenir artístico se inició con sus estudios de escenografía en Shangai, ciudad desde la que saltará a Japón y de ahí a los Estados Unidos, donde está afincado en la actualidad. En esa ciudad se producirá su despegue artístico, después de ser finalista del premio Hugo Boss del Museo Guggenheim, y al que se unió, tres años más tarde, en 1999, el León de Oro de la Bienal de Venecia, y en 2007 el Premio de Arte Hiroshima.


En la milenaria cultura china la pólvora ocupa un lugar muy especial, y ese es uno de los ingredientes básicos de la obra de Guo-Quiang. A este respecto, en la entrevista ya citada dice: “La pólvora representa fundamentalmente con su detonación de lo que trata el Big Bang y el comienzo de las cosas, pero al mismo tiempo lo que la explosión de la pólvora origina más tarde es una transformación y una transmisión de energía donde algo cambia de un formato a otro; este proceso es algo que puedo usar para poder interactuar con el tiempo y el espacio. La pólvora y las explosiones son básicamente como un vehículo y un modo de hacer esa conexión con los acontecimientos, fundamentales que originaron el Universo.”


Este artista valora mucho la capacidad transformadora, no la destructiva, que tiene la pólvora y lo impredecible del resultado final. Es frecuente ver cómo utiliza ese material sobre lienzos en blanco o sobre óleos en los que aparecen figuras o siluetas humanas, sobre los que quedan las huellas de las pequeñas explosiones producidas por la pólvora.

También son muy conocidas sus instalaciones, como las que se pueden ver en el Guggenheim Bilbao hasta el próximo mes de septiembre, empezando por los ocho coches colgados del techo que representan el movimiento que se genera en un coche que hubiera sufrido la explosión de una bomba, y con la que busca representar “una idea de inseguridad y un sentimiento de conflicto, pero también una idea de belleza cuando todas las piezas se conectan unas con otras. Lo que trato de conseguir con esta obra es transformar el espacio en tiempo.”


La influencia de Joseph Beauys en la obra de Quang es muy evidente en obras como Head on (De frente, 2006), en la que podemos ver a un total de 99 esculturas que representan a otros tantos lobos a tamaño real, que reproducen los movimientos de caminar y saltar hasta estrellarse contra una pared de vidrio para volver al principio. Y es que para este artista, y lo dice de nuevo en la entrevista, ese animal “es un emblema de heroísmo, fortaleza y valor, y representa para mí la historia colectiva de esa ciudad [se refiere a Berlín] una visión tal vez trágica pero quizás optimista y esperanzadora.”

9 comentarios:

balamgo dijo...

Excelente artículo.No conocía a Quang.
Gracias por la información.

Alfredo dijo...

De nada. Gracias a ti por apreciarla. Este artista chino me parece a mí que merece la pena echarle un vistazo a su obra.

Un abrazo.

CASANDRA dijo...

Espectacular. La idea y la inspiración me parecen muy interesante.
Explotar, recomponer, rehacer,
renacer en formas nuevas y
una armonía nueva.
El mundo en su estructura y funcionamiento actual pueden
llevarnos a pensar que algo
así tendría que suceder para
un nuevo orden, quizá mejor.
Barajar y dar de nuevo.

Siempre agradecida a tu búsqueda
incesante por la novedad.
un abrazo.

Alfredo dijo...

Siempre un paso más allá. Es interesante ese juego con la pólvora como elemento creativo y no destructivo, y sus instalaciones con animales son impresionantes.

Un beso!!

Anónimo dijo...

De un primer vistazo los lienzos me han impactado por la emotividad y la fuerza que desprenden. Pero una vez que he leído el tema de sus obras me ha gustado más aún.

Me gusta su idea de ver el cambio, no envuelto en un eterno retorno, ni en una destrucción, ni en nada tajante ni establecido. Yo también lo veo como una creación constante que surge de la transformación. No sé como explicarlo mejor... sencillamente, me gusta.

Un abrazo^^

Alfredo dijo...

Es un poco aquello de que la energía ni se crea ni se destruye, solamente se transforma, y en este caso el artista la transforma en arte.

Buen finde!!

MBI dijo...

Además de la fuerza visual indiscutible, de sus obras, y el riesgo (consciente) de que su espectacularidad las envejezca, se atreve a procurar rebasar unos límites profundos, eso es lo que me seduce. Me gusta saber que los lobos atravesaran el cristal, esa obra, pero no sé cuánto pasará hasta que la confunda con un sport

Alfredo dijo...

Yo creo que en este caso el impacto visual de la obra no es caduco, más que nada porque tiene por detrás un soporte que muchas veces se echa de menos en esa clase de artistas que salen como fuegos artificiales que deslumbran pero luego no dejan nada tras de sí. Me parece a mí que estamos ante un artista muy sólido.

Un abrazo!!

Unknown dijo...

Me ha encantado el análisis que has hecho sobre Caí Guo-Quiang. Creo que has sintetizado muy bien el espíritu de su obra. Por ello he puesto un link hacia tu blog desde el mío porque me ha parecido muy interesante. Yo te envió el mío sobre su reciente noche explosiva en París con motivo de la Nuit Blanche por sí os interesa.

http://www.alejandradeargos.com/2013/10/sexo-explosivos-arte-en-paris.html