martes, 31 de marzo de 2009

Mal de escuela

Mientras se multiplican los medios tecnológicos de registro y archivo de la humanidad, flaquea y agoniza la memoria individual de los humanos. Pocos somos capaces ya de recordar un poema, una canción, una cita de memoria; pocos somos capaces de recordar –como un fuego vivo bajo nuestros pies- los acontecimientos más recientes: la caída del muro de Berlín es para las nuevas generaciones tan antigua, tan inexpresiva, tan irrelevante, como la caída de Roma; incluso la invasión de Iraq es tan remota y está tan desprovista de sentido como la conquista de Granada o las Cruzadas. La Historia ha desaparecido en el instantáneo y sucesivo consumo de imágenes muy intensas, muy volubles, que no dejan más rastro que el apetito de una imagen nueva, de una visualidad interrumpida: la mirada se ha convertido en una extensión del sistema digestivo.

(Santiago Alba Rico)

Y es en épocas de crisis cuando no se debería hacer mudanza en lo esencial y habría que perseguir con mayor ahínco los verdaderos fines de la educación, tan bien representados en las palabras de los viejos maestros institucionistas: “O nos educamos o nos extinguimos, o sabemos o no sabemos nada, y si nada sabemos nada somos. El que nada sabe en la ignorancia se diluye, sin libertad ni conciencia, a merced de quien ordena y manda (…) El hombre está hecho para educarse, el afán educativo se encuentra en nuestra propia naturaleza, la orientación de nuestro espíritu remite con naturalidad a nuestro perfeccionamiento (…) Sin educarnos nos extinguimos biológicamente, estamos más cerca de la muerte.”

Si para conseguir educar a un solo niño se necesita el esfuerzo de la comunidad entera, la organización social camina en la dirección contraria: en el presente está en trance de dimitir de sus responsabilidades históricas con las escuelas e institutos. En este cúmulo de inhibiciones, y como botón de muestra: en Asturias, la Consejería de Educación se ha hecho el haraquiri y ha traspasado a sus docentes a otra Consejería. Los maestros observan cómo cada día inciden menos en la mejora de la calidad del trabajo de sus alumnos y alumnas. Y, lo que es más importante: cada vez cuesta más ayudarlos a convertirse en personas conscientes, responsables y críticas que, cual Ulises, sean capaces de resistir el reclamo de unas sirenas que, en la actualidad, claman desde las mil pantallas invitando al consumo masivo de productos.

Con el actual cambio de era, la llamada Mundialización, los objetivos y las energías de la educación vigentes hasta aquí, y que justificaban la labor incesante de maestros y escuelas, se muestran impotentes. Y dejan el campo libre a quien verdaderamente educa hoy a todos: ese gigantesco escaparate audiovisual que arroja imágenes por doquier, dirigidas a impresionar emociones y sentimientos y dejar frío e inservible el razonamiento.

Quienes hegemonizan el cotarro político, insisten en que lo único que pude sacarnos del marasmo económico es el consumo indiscriminado de cosas innecesarias. A la globalización capitalista en curso le sobran las personas educadas en los principios de aquella tradición cultural occidental que comenzara a levantar Sócrates, porque tan sólo precisa en su desenvolvimiento (y para seguir haciendo caja) de individuos para los que pasado y futuro sean ineficientes.

Los poderes establecimos necesitan, hoy más que nunca, unos súbditos ávidos de gozar el momento presente en exclusiva, que se conduzcan disgregados en pulsiones momentáneas, vinculadas a apetencias de objetos siempre insaciables, y para los que el ávida sea un continuo de fragmentos que sólo tienen relevancia si están marcados por el consumo obsesivo.

(Fragmento del artículo Mal de escuela, de Benigno Delmiro, Catedrático de Secundaria, publicado en el número 1 de la revista Atlántica XXII, marzo 09)

domingo, 29 de marzo de 2009

Asturienstein (Konjuro Teatro)

Último montaje del grupo teatral asturiano al que yo considero como uno de los más interesantes de la región, teniendo en cuenta que sus montajes siempre suelen tener un aire fresco y diferenciado en relación a lo que hacen otros grupos regionales. Además, cuentan con la presencia de Jorge Moreno en labores de dramaturgo, director y actor.

Con esta introducción la verdad es que me cuesta trabajo decir que su último montaje titulado Asturienstein, me parece un trabajo fallido, una obra que se ahoga en sus pretensiones, y que nos mostró un puñado de interpretaciones que no aportaron la dosis mínimamente necesaria para despertar el interés del respetable.

Y es que tomando como base la novela de Mary Shelley, a la manera del creador de Frankenstein, se intenta crear al súper asturiano, al ser perfecto formado por lo mejor de otros muchos que tendrá que ser el director de los futuros de los asturianos. Sobre ello construye un montaje en el que se intenta ridiculizar, y por momentos se consigue, todos los tópicos, los mensajes manidos de los políticos, ridiculizando todas las estructuras de poder, poniéndonos delante un espejo deformador que nos devuelve una imagen nada amable de nosotros mismos y de la sociedad en la que nos movemos.

Demasiadas cosas para no resolver ninguna, con un final francamente chusco, y que va avanzando a saltos, tantos como marca la estructura de escenas con un aire a teatro del absurdo, y a la que le falta un empaste de fondo que no haga que el edificio se desmorone con estrépito, y lo que podría haber sido un saludable ejercicio que nos llevara a reírnos de nosotros mismos, se convierte en una nada inmensa.

viernes, 27 de marzo de 2009

Día Mundial del Teatro

Todas las sociedades humanas son espectaculares en su vida cotidiana y producen espectáculos en momentos especiales. Son espectaculares como forma de organización social y producen espectáculos como este que ustedes han venido a ver.

Aunque inconscientemente, las relaciones humanas se estructuran de forma teatral: el uso del espacio, el lenguaje del cuerpo, la elección de las palabras y la modulación de las voces, la confrontación de ideas y pasiones, todo lo que hacemos en escenario lo hacemos siempre en nuestra vida: ¡nosotros somos teatro!

No sólo las bodas y los funerales son espectáculos, también los rituales cotidianos que, por su familiaridad, no nos llegan a la consciencia. No sólo pompas, sino también el café de la mañana y los buenos días, los tímidos enamoramientos, los grandes conflictos pasionales, una sesión del Senado o una reunión diplomática: todo es teatro.

Una de las principales funciones de nuestro arte es hacer conscientes esos espectáculos de la vida diaria donde los actores son los propios espectadores y el escenario es la platea y la platea, escenario. Somos todos artistas: haciendo teatro aprendemos a ver aquello que resalta a los ojos, pero que somos incapaces de ver al estar tan habituados a mirarlo. Lo que nos es familiar se convierte en invisible: hacer teatro, al contrario, ilumina el escenario de nuestra vida cotidiana.

En septiembre del año pasado fuimos sorprendidos por una revelación teatral: nosotros pensábamos que vivíamos en un mundo seguro, a pesar de las guerras, genocidios, hecatombes y torturas que estaban acaeciendo, si, pero lejos de nosotros, en países distantes y salvajes. Nosotros que vivíamos seguros con nuestro dinero guardado en un banco respetable o en manos de un honesto corredor de Bolsa, fuimos informados de que ese dinero no existía, era virtual, fea ficción de algunos economistas que no eran ficción, ni eran seguros, ni respetables. No pasaba de ser mal teatro con triste enredo, donde pocos ganaban mucho y muchos perdían todo. Políticos de los países ricos se encerraban en reuniones secretas y de ahí salían con soluciones mágicas. Nosotros, las víctimas de sus decisiones, continuábamos de espectadores sentados en la última fila de las gradas.

Veinte años atrás, yo dirigí Fedra de Racine, en Río de Janeiro. El escenario era pobre: en el suelo, pieles de vaca, alrededor, bambúes. Antes de comenzar el espectáculo, les decía a mis actores: "Ahora acaba la ficción que hacemos en el día a día. Cuando crucemos esos bambúes, allá en el escenario, ninguno de vosotros tiene el derecho de mentir. El Teatro es la Verdad Escondida."

Viendo el mundo, además de las apariencias, vemos a opresores y oprimidos en todas las sociedades, etnias, géneros, clases y castas, vemos el mundo injusto y cruel. Tenemos la obligación de inventar otro mundo porque sabemos que otro mundo es posible. Pero nos incumbe a nosotros el construirlo con nuestras manos entrando en escena, en el escenario y en la vida.

Asistan al espectáculo que va a comenzar; después, en sus casas con sus amigos, hagan sus obras ustedes mismos y vean lo que jamás pudieron ver: aquello que salta a nuestros ojos. El teatro no puede ser solamente un evento, ¡es forma de vida!

Actores somos todos nosotros, el ciudadano no es aquel que vive en sociedad: ¡es aquel que la transforma!

(Manifiesto del Día Mundial del Teatro escrito por el dramaturgo y director teatral brasileño, Augusto Boal)

jueves, 26 de marzo de 2009

Spoken World 09 (Día 3: domingo 22)

El último día del Spoken empezó con una auténtica tomadura de pelo. Dos sofás en el escenario que fueron ocupados por el estadounidense Joe Boyd y por Mario Pacheco, dos grandes amigos a lo que parece, que se pusieron allí a charlar tranquilamente sobre la andadura profesional de Boyd, una persona muy vinculada a la escena musical londinense de los años 60 y 70, después de que llegara a Europa como representante de grupos de blues norteamericanos, y de trabajar para una discográfica de su país.

Fundador con un amigo del mítico club Ufo, trabajó en sus inicios con Pink Floyd, y otros como Muddy Waters o el propio Bob Dylan. El caso es los dos colegas se pasaron una hora de charleta tirando a intrascendente, y leyendo fragmentos de un libro que sobre aquellos años de drogas, música y liberación sexual, ha escrito el propio Boyd.

Todo aquello que estaba transcurriendo entre el asombro general cobró de repente un sentido inesperado, y es que al final de la hora, Boyd se descolgó con aquello de “ahora voy a estar ahí afuera firmando ejemplares de mi libro”. Otra sorpresa porque nadie parecía conocer el libro en cuestión lo que hizo suponer que afuera estaba la susodicha obra para proceder a su venta.

O sea, que aquello fue una confabulación en toda regla para el merchandising más descarado. Increíble, porque además cobraron del festival por aparecer sobre el escenario.



Supongo que cuando empiecen a leer esta parte del comentario, habrán visto y escuchado el video de Diamanda Galás, lo que espero que les ayude a comprender algunas de las opiniones que voy a exponer a continuación.

Reconozco que se trata de una artista de la que nunca había oído hablar, y mucho menos había escuchado. Mi opinión es que a la Galás la tendrían que haber traído para dar un concierto en solitario más que incluirla en el programa del Spoken World, que yo creo que no es su territorio natural.

Pianista que hace una música nada complaciente, dura de escuchar, y que para apreciarla hay que tener unas horas de vuelo que yo reconozco que no tengo y que no estoy seguro de conseguir reunirlas algún día. En cada tema ofreció un amplio registro de voces siempre con tendencia a la distorsión y en diferentes idiomas, lo que hacía muy complicado por no decir imposible entender las letras ni siquiera cuando cantó en castellano. Una música en la que se intuyeron ritmos de blues y de jazz, entre otros, tocados con rudeza, de una forma áspera.

Muy bueno eso sí, la combinación de la niebla con un juego de luces enormemente efectivo y que apoyaba perfectamente a cada uno de los temas, en una hora de actuación en la que la pianista y cantante en ningún momento se giró hacia los espectadores, recibiendo los tímidos aplausos del final de cada canción dándole la espalda al respetable, e incluso abandonó el escenario ocultando su rostro.

En fin, tres días sin casi nada que rescatar.

martes, 24 de marzo de 2009

Spoken World 09 (Día 2: sábado 21)

(Foto Teresa Serigo)

Este podría definirse como el día de las fugas, ya que hubo un cierto número de espectadores que no pudimos aguantar hasta el final el más que molesto chaparrón sonoro que nos depararon Álgora y Florent por un lado, y Alexander Hacke y Danielle de Picciotto por el otro.

El guitarrista de Los Planetas, Florent, y el cantante madrileño Álgora, dieron un espectáculo de una duración excesivamente larga, que provocó la primera huída de espectadores (algunos regresaron para la segunda parte pero otros se perdieron definitivamente), con un universo sonoro en el que lo peor de todo fue su estridencia que lograba ocultar las palabras que recitaba o cantaba Álgora, quien también imprimió a toda su actuación un único tono que terminó por resultarme tremendamente aburrido.

Despedidos con unos tímidos aplausos, después de la pausa de rigor, fueron sustituidos por el músico vanguardista alemán, Hacke, y la artista audiovisual norteamericana Picciotto, con el anunciado espectáculo basado en la obra del autor medieval Sebastien Brant (1458), titulado The ship of fools (El barco de los necios).

Ya con mi nivel de tolerancia bajo cero el despliegue de sonidos a un volumen muy por encima de lo humano, con una guitarra desaforada de la que salían sonidos estridentes, mientras que la electrónica más puntera se ponía al servicio de una selva sonora impenetrable y desquiciante, y cantando casi diríamos que a gritos en un totum revolutum donde era difícil entender nada, ya fue más de lo que algunos pudimos soportar y opté, cerca ya de las once de la noche, por salir a la fría noche gijonesa para buscar un más que merecido reposo para mi maltrecha cabeza.

lunes, 23 de marzo de 2009

Spoken World 09 (Día 1: viernes 20)

Igual que digo que el año pasado disfruté con mucha intensidad cada uno de los tres días que dura el Spoken World, digo que este año me he aburrido incluso con más fuerza de la que disfruté el año pasado. Y es que los responsables del festival prepararon un programa en el que las propuestas parecían una prueba de resistencia para los sufridos espectadores, y que muchos de ellos no lograron superar a tenor del número de personas que, sobre todo el sábado y el domingo, abandonaron el patio de butacas.

Entrando en la harina del primer día del Spoken, el programa doble os deparaba la aparición sobre el escenario de un trío de artistas asturianos como son Sergio Rodríguez, que se encargó del aspecto sonoro; el videojockey, Rob Loren; y el poeta Carlos Barral, que fueron los que dieron vida a un espectáculo que titularon Performance Lírica-Recital Trifásico.

Una propuesta que ya se inició de una manera extraña, y es que el poco público que nos dimos cita en el patio de butacas, recibimos, sin que sea capaz de encontrar una explicación al asunto, a los actuantes sin un solo aplauso, de una forma fría que no iba a mejorar con el paso del espectáculo. Concebido como la agrupación de poemas de diferentes temáticas en bloques, y apoyado el recitado en música e imágenes, en una fusión que creo que no cumplió con las expectativas de sus autores.

Un espectáculo que avanzó a saltos, con pausas que Carlos Barral utilizó para explicar el contenido de su poesía, algo que a mi entender resultaba innecesario y que rompía el ritmo constantemente. Algo a lo que no ayudó la posición indolente (reclinado en un sofá) del poeta ni el tono monocorde que desplegó durante todo el tiempo. Tampoco la música ni el apoyo visual fueron memorables.


Les siguió en el escenario lo mejor de los tres días de Spoken. Y es que el novelista británico Irvine Welsh nos regaló un momento de enorme sobriedad, sólo él y su voz para leernos el primer capítulo de su nueva novela titulada Crime, y un relato corto incluido en uno de sus libros en el que se recogen varios de estas historias breves.

Con la lectura del capítulo que abre su nueva novela, volvió a demostrar su talento como novelista, su capacidad para generar una prosa que tiene un mucho de surrealista y un profundo sentido del humor (negro), algo que quedó absolutamente patente en la segunda historia, en la que una familia disfuncional totalmente se encuentra de repente que la madre pierde las piernas después de ser arrollada por un tren, lo que “estropea” la tarde que el padre de familia tenía pensado pasar viendo el fútbol después de que la familia pasara por un pub. Una historia delirante, plagada de tacos, y con un ritmo en ocasiones frenético, y que nos recitó como tenía que ser. Una delicia.

jueves, 19 de marzo de 2009

Cherish the ladies



“Es simplemente imposible imaginar un público que no se divierta con lo que hacen” (Boston Globe). “Una música pasional, elegante e incontrolablemente exuberante” (New York Times). Dos frases extraídas de otros tantos periódicos norteamericanos dedicados al grupo que esta vez tomo como referencia, y que en muy poco tiempo se ha convertido en un punto de referencia fundamental por lo que al folk de raíz irlandesa se refiere.

Ellas, y digo ellas ya que se trata de un grupo formado por cinco mujeres algo que es bastante inusual, son y se llaman Cherish the ladies, nombre que toman de una melodía tradicional de la verde Irlanda. Grupo nacido en los Estados Unidos, pero que tiene su referente musical fundamental en la isla atlántica, y fiel reflejo de cómo los emigrantes irlandeses a los Estados Unidos trasladaron y supieron transmitir a sus descendientes su tradiciones culturales.

La promotora del grupo es la irlandesa nacida en Nueva York, Joannie Madden, flautista y cantante, que en el año 1984 consiguió alzarse con el campeonato de Irlanda de flauta irlandesa, algo que tiene mucho peso a la hora de valorar a un músico, y que habla a las claras del talento de Madden. El resto del grupo está formado por Mary Coogan, Heidi Talbot, Mirella Murray y Roisin Dillon, es decir, que además de Irlanda, también están representados los Estados Unidos y Escocia.



Desde que el grupo se formó en el año 1985, ya ha tenido varias formaciones, pero el espíritu se ha mantenido a lo largo de los años y de los discos que han ido jalonando su carrera. Eso complementado con unos espectáculos en directo en los que se hacen acompañar por bailarines de danzas tradicionales. Escenarios en los que ya han contado con la compañía de gente como James Taylor, Joan Baez, Emmy Lou Harris, los Chieftains o los Clancy Brothers, entre otros muchos, además de varias orquestas sinfónicas.

Cuando escucho la música de este grupo, siempre tengo una enorme sensación de cercanía, con temas que se sitúan en un terreno que le eleva a uno por encima de la cotidianeidad, que le permite encontrar un oasis en el que poder descansar del mundanal ruido, al mismo tiempo que se siente un ritmo que proviene de zonas telúricas muy profundas y que permiten ponerle ritmo al momento. Ritmos tradicionales que suenan de otra manera, dotados de una pátina contemporánea de gran calidad y calidez.

Discografía

Cherish the ladies (1985), The back door (1992), Out and about (1993), New Day dawning (1996), Live! (1997), One and all: The best of Cherish the ladies (1998), Threads of time (1998), At home (1999), The girls won’t leave the boys alone (2001), On christmas night (2004), Woman of the house (2005)

miércoles, 18 de marzo de 2009

Ese oscuro objeto del deseo (Cet obscur objet du désir, Luis Buñuel, 1977)

Esta es la película que cierra la filmografía del genial director aragonés, siempre muy vinculado a presupuestos surrealistas. Película que, como todas las suyas, necesita de más de un visionado para intentar comprender la complejidad de lo que se oculta detrás de los diálogos y de las imágenes.

Aquí se vuelven a poner de manifiesto algunos de los temas constantes en la obra de Buñuel, como son el sexo, la religión, o la muerte, a través de un caleidoscopio psicológico de gran calado. Un grupo de personajes lastrados por no encontrar un camino que les lleve a tener una comunicación normalizada, lo que les lleva a moverse en páramos de soledad aún cuando están acompañados.

Rápidamente, se puede resumir en que un burgués viudo, Mathieu (Fernando Rey), se encapricha de su joven criada de 18 años, Conchita (personaje al que dan vida Carole Bouquet y Ángela Molina), con la que intentará acostarse a cualquier precio, incluso pagando por ello a su madre, una beata que no tiene reparos en aceptar el dinero de Mathieu para ayudar a éste a conseguir sus intenciones.

El protagonista coincide en un tren con otros conocidos parisinos en un viaje entre Sevilla y Madrid y les va contando la peripecia de su relación con Conchita. Dos personajes que provienen de mundos distintos, uno adinerado, acostumbrado a que el dinero lo puede conseguir todo, y otro que proviene de la emigración española, pobre, que quiere mantener su integridad (en el caso de Conchita su virginidad)

En un mundo caótico en el que se suceden los atentados terroristas, los secuestros de aviones con resultados trágicos, con asesinatos en plena calle, todo en medio de la indiferencia general, los personajes de la película sólo se preocupan por ellos mismos, por conseguir lo que ansían, especialmente el hombre pintado como un ser conquistador, que sólo ve a las mujeres como seres con los que desahogar los instintos, incapaz de amar, y que recibe las negativas con una creciente frustración.

La mujer, a la que dan vida dos actrices que se van alternando siguiendo un orden que se nos escapa, es de una belleza fría por un lado (Bouquet), pero también enormemente carnal (Molina), que se yergue como una fortaleza inexpugnable que atrae y rechaza al mismo tiempo.

El viaje en el tren se convierte en una metáfora de una huída de un pasado que se vive de una manera sino traumática si vergonzosa, una escapada que se nos revela como imposible porque el pasado, querámoslo o no, tiene billete de primera clase para viajar en nuestro interior.

domingo, 15 de marzo de 2009

Michael Nyman en La Laboral



Algo más de 1.200 personas, es decir el aforo del teatro absolutamente lleno, esperábamos con ansiedad la salida al escenario del compositor Michael Nyman y su grupo, además de la soprano italiana, Marie Angel, para disfrutar de un concierto que se preveía memorable, como así fue gracias a un programa doble formado por Mozart 252 y por 8 lust songs.

Dos partes que hicieron vibrar al público de formas diferentes. La primera se trataba de un conjunto de temas compuestos para conmemorar el 250 aniversario del nacimiento de Mozart, un compositor por que le que siente una importante predilección, y en el que el grupo orquestal formado por un cuarteto de cuerda amplificada, tres saxofones, trombón, bajo y el piano del propio Michael Nyman, nos ofreció una parte repleta de virtuosismo, de belleza en grado sumo, de esa que invita a cerrar los ojos y dejar que las imágenes nos invadan para crear nuestro particular universo. No en vano Nyman es un importante compositor de bandas sonoras. Una parte musicalmente vibrante, divertida a veces, recorrida por una sutil belleza que siempre está ahí, que nos hace sentir su presencia y teje una urdimbre sobre la que se construye el resto.

Esta primera parte tuvo la pequeña pega de un fallo de sonido que hubo que solucionar sobre la marcha, y que, afortunadamente sólo afectó a uno de los temas.

Después del descanso de 25 minutos, el protagonismo pasó a la soprano Marie Angel (a la que se le escapó algún gallo), quien puso voz a las 8 lust songs, un trabajo basado en los versos eróticos del poeta italiano del siglo XVI Pietro Aretino, una obra que se suele considerar como una versión renacentista del Kamasutra.

Una lástima que los versos del poeta fueran ilegibles desde el patio de butacas para poder hacernos una ligera idea de por donde iba la cosa, aunque el contenido erótico quedaba explicitado en los grabados que acompañaban al texto y en la propia interpretación de la soprano que subrayaba muy bien los diferentes momentos de un crescendo erótico. Su voz, acompañada por el mismo conjunto instrumental, llenó el teatro y saltando de los graves a los agudos con una habilidad de funanbulista, nos llevó hasta un final que fue agradecido por la larga ovación que salió desde el patio de butacas.



Y como no podía ser de otra manera en un compositor al que se suele etiquetar como minimalista, un único bis, con Nyman en solitario al piano dejándonos el regalo de una pieza enormemente delicada como broche ideal para un concierto magnífico.

Thank you mister Nyman. Y ahora nos quedamos esperando a Philip Glass.

viernes, 13 de marzo de 2009

Sharon Shannon, con la música en la punta de los dedos



Reconozco que el titular que le he puesto a este artículo no peca de originalidad, especialmente si tenemos en cuenta que estoy hablando de una acordeonista, pero es la mejor forma que he encontrado para definir a esta mujer de enorme talento y que toca de una manera tan absolutamente natural que parece sobrenatural. Es una delicia ver como con sus dedos acaricia el instrumento y saca del mismo una gama de sonoridades que parece no tener fin.

Su nacimiento se produjo en el condado irlandés de Clare, en una familia eminentemente musical, ya que sus padres eran bailarines y los cuatro hermanos son músicos. Así que con ese ambiente, añadido a un talento extraordinario, Sharon se introdujo primero en los misterios del whistle (pequeña flauta metálica) y a los 8 años ya andaba participando en concursos. A los 13 años ya tocaba el acordeón, instrumento en el que se había iniciado a los 11 años, y con 14 se integra en su primer grupo, Disert Tola, con el que llegaría a irse de gira por los Estados Unidos. También empezará con el violín después de pasarse un año en la universidad, aunque será el acordeón el instrumento que le dará la fama mundial de la que goza en estos momentos.

Antes de grabar su primer disco en solitario, Sharon Shannon pasó por grupos como Arcady, formado por Ringo McDonagh, ex De Dannan, y luego se unirá a los Waterboys por un corto espacio de tiempo. Entonces llegará el año clave, 1991, cuando ve la luz el trabajo discográfico al que dio por título su propio nombre, y que se convertiría en la pieza clave de su carrera.

Tenía por aquel entonces 21 años y con ese disco “me dejé llevar por ese punto loco y juvenil que todos hemos tenido alguna vez a los 21 años”, dice la propia Sharon. Para ese trabajo se rodeó de músicos de mucho nivel, como es el caso del bajista de U2, Adam Clayton, de Donal Lunny, integrantes de Waterboys, y otros.



En ese disco ya dejaba claro que a pesar de conservar un poso fundamental de la música tradicional irlandesa, a la que ella misma reconoce que vuelve siempre, la mezcla de ritmos provenientes de la música cajún, de melodías tradicionales suecas, escocesas, y de otras procedencias, hasta dar forma a un estilo ecléctico desbordante de ritmo y de sentimiento, que entraba muy en consonancia con los sonidos en los que estaban muy interesados gente como Lunny o Clayton. Un disco en el que el talento de Sharon brilla con una luz más que intensa.

A partir de ahí, Sharon ya no ha dejado la experimentación ni de rodearse de músicos de las procedencias más variopintas, ni de encadenar un éxito tras otro. En sus discos se dan la mano con total naturalidad el hip-hop, la música clásica, el rap, el country, el reggae, hasta dar vida a unas criaturas llenas de magia, de electricidad, de una brillantez paradisíaca.

"Desde entonces [se refiere a después de sacar su primer disco] siempre he creído legítimo innovar en lugar de acomodarme. Reivindico los instrumentos no característicos, como las guitarras eléctricas, órganos Hammond o saxofones, y los hermanamientos del sonido celta con el reggae, Portugal o el tango de Piazzolla. Respeto mucho la pureza y puedo hacer música muy pura, pero eso lo dejo para cuando estoy tocando sola en casa...".

Si tuviera que quedarme con un único disco de esta acordeonista, sin duda me quedaría con Diamond Mountain Sessions, un disco que se gestó durante la grabación que hizo con Steve Earle que daría lugar al disco The Galway Girl en 1999. El ambiente que se consiguió en la grabación y el material que de allí salió, les infundió la idea de grabar un nuevo disco contando con la colaboración de distintos músicos.

Al pie de la Diamond Mountain existe un hotelito llamado The Old Monastery Hotel, en el condado de Galway, donde instalaron un estudio de grabación prácticamente improvisado. Era noviembre de 1999. Allí se reunieron los miembros del grupo The Woodchoppers, una de cuyas integrantes era la hermana de Sharon, Mary, y una granada nómina de grandes intérpretes entre los que se encontraba el gaitero gallego Carlos Núñez y, una vez más, le genial Donal Lunny. Todo ello sumado dio como resultado un disco realmente sensacional que vio la luz en el año 2000.

martes, 10 de marzo de 2009

Mark Rothko (Daugavpils, Letonia, 1903 – Estados Unidos, 1970)


“Pienso mis cuadros como dramas; las formas de los cuadros son los intérpretes. Han sido creados por la necesidad de un grupo de actores que son capaces de moverse dramáticamente sin embarazo alguno y de ejecutar gestos sin vergüenza. Ni la acción ni los actores se pueden anticipar o describir por adelantado”

Nacido en Rusia y criado en los Estados Unidos, a donde se había trasladado su familia en los años 10 del siglo XX, Mark Rothko se convertiría, a pesar de no llegar al mundo del arte hasta que no cumplió la veintena, en una de las figuras más destacadas del expresionismo abstracto, junto con Barnett Newman y Jackson Pollock con una obra que fue evolucionando desde unos postulados más vinculados al expresionismo y el surrealismo, hasta llegar a una abstracción lírica. 


En todos esos pasos artísticos la motivación de fondo es un sentimiento trágico de la vida, la necesidad de plasmar en el lienzo el pathos que ya se ve desde sus primeras obras en las que aparecen figuras humanas, aisladas, perdidas, sin rumbo, que vienen de ninguna parte y que tienen su destino en un lugar ignoto. Figuras que con el tiempo se van desfigurando. Como escribió Ángel González en su poema Para que yo me llame Ángel González: Un escombro tenaz, que se resiste / a su ruina, que lucha contra el viento, / que avanza por caminos que no llevan / a ningún sitio. El éxito/ de todos los fracasos.

Esas figuras terminarán por perder totalmente la forma. Estamos en los inicios de los años 40 e inmersos en el segundo conflicto bélico mundial. La idea, que comparte con la llamada Escuela de Nueva York, era la de lograr llegar al espectador apelando directamente a la parcela sensitiva, ir de frente al inconsciente, al sentimiento, y Rothko empieza a tocar los temas relacionados con la mitología y la religión, el nacimiento y la muerte, dejando que su inconsciente guíe su pincel en un paso más hacia la abstracción de finales de esa década de los 40.


“Carne y huesos, vulnerabilidad al placer y al dolor; el espectador diluido en grandes campos de color que conducen a la esfera interior, al cosmos y a la nada. Ocres, rojos y negros enfrentan al espectador a sí mismo, le sumen en un estado de contemplación hasta el abismo del vacío y de vuelta a la existencia.” (Sara Rivera en el artículo Mark Rothko: La intensidad del drama) Entra así en su época clásica, en la que intenta hacer visible el espacio a través del color, y llena el lienzo con rectángulos bidimensionales de color, de contornos borrosos que parecen flotar en medio de la nada.

Colores a los que dota de un contenido simbólico, que traen a su obra los paisajes inmensos de Oregón ante los que era consciente de su propia insignificancia ante la grandeza del paisaje recortado contra el cielo. Cuadros en los que saca a la luz sus sensaciones más profundas, sus emociones que nos llegan de una manera igualmente profunda a través de unos cuadros que parecen prolongarse más allá de la tela, al menos desde un punto de vista mental. Son obras que ocultan más que muestran y que paulatinamente fueron oscureciendo su paleta, lo que conecta con el estado físico y mental que acabaría llevando a Rothko por el camino del suicidio. Era 1970.

domingo, 8 de marzo de 2009

Kiki Smith (Nuremberg, Alemania, 1954)


“En la línea de Eva Hesse y Louise Bourgeois, su obra respira feminidad pero no noñería, es delicada, íntima y, al tiempo, visceral, pergeñada de referencias sexuales. Comprometida con la causa feminista, la mujer es la gran protagonista de Smith, que explora la historia, la mitología clásica, la religión, la literatura e, incluso, la ciencia en busca de sus heroínas.” (Joana Piqueres)

El cuerpo humano, no sólo en su aspecto externo sino también en sus vísceras y fluidos de diverso tipo, son el polo de atracción de esta alemana hija del afamado escultor Tony Smith. La obra de Kiki se mantiene en un alto nivel de reconocimiento internacional desde los años 80, con una obra con la que toca un amplio abanico de temas manteniendo en uno de los polos a la vida y en el otro a la muerte, en una suerte de dicotomía entre la “fuerza propulsora de la vida frente a la fragilidad del cuerpo humano, susceptible en cualquier momento a la mortalidad”, en palabras de Joana Piqueres.


El interés de Smith por el cuerpo humano la llevó a estudiar libros de anatomía, para conocer la estructura interna del cuerpo para romper con la representación clásica del cuerpo humano en el ámbito artístico. Así, en su obra tienen cabida los fluidos corporales (sangre, saliva, semen, lágrimas…), reproduciendo de una forma muy minuciosa todos los detalles de unos cuerpos que, en ocasiones, coloca en posturas imposibles, degradantes o que se consideran pertenecientes al ámbito más íntimo y personal.

Creadora que se declara católica, el mundo de las creencias aparece en unas creaciones en las que la fragilidad y la ligereza no ocultan lo profundo de las inquietudes que animan la parte creativa de Kiki Smith, quien extrae su inspiración de fuentes muy diversas como puede ser el fósil del homínido más antiguo encontrado hasta el momento, al que los arqueólogos que lo encontraron bautizaron como Lucy, y que le sirvió para hacer una pieza en 1990 en homenaje a la mujer africana. La literatura victoriana, la Alicia de Lewis Carrol, cuentos infantiles como Caperucita Roja o la Bella Durmiente, son otros manantiales de los que han salido diversas obras en las que plantea la “tensión existente entre la inocencia de la infancia y el despertar sexual y la joven madurez en ciernes.” (Joana Piqueres)


Los materiales que utiliza para sus obras, son de lo más variado, ya que lo mismo puede utilizar el bronce, la cera, la silicona, el plexiglás, la terracota, el cristal, el yeso…, el que considere más adecuado en cada momento para dar forma a sus figuras humanas que pueden tener su punto de partida en los iconos religiosos, el mundo de las muñecas, la literatura, el folclore, la mitología, la historia del arte, para dar vida a un universo plagado de asociaciones muy personales, y, en ocasiones, autorreferenciales.

miércoles, 4 de marzo de 2009

Andrea Zittel (Escondido, California, 1965)


“Una inundación de estímulos y la presión al consumo son dos de los términos más empleados respecto a la influencia de la cultura de masas sobre el individuo. El primero se arraiga supuestamente en la distracción y la sobrecarga emocional, el segundo en el despertar de necesidades fútiles, deseo de prestigio o superficialidad sin sentido. El ‘arte aplicado’ desenfadado de Andrea Zittel, a primera vista ascético, pero de hecho bastante sensual, puede ser interpretado según el trasfondo de esta discusión. Es como si la artista estuviera en la otra orilla y su ‘mundo artístico’ trivial careciera de cualquier ataque moralizador, crítica apresurada o pesimismo cultural. El tipo de vida que presenta está más bien plagado de aspectos pragmáticos y utópicos, y asimismo respeta la dignidad del individuo dentro de la cultura de masas sin perder de vista el factor deseo.” (Raimar Stange, en Mujeres Artistas de los siglos XIX y XX)


Una artista integral, preocupada tanto por los aspectos arquitectónicos, por el diseño, la pintura, la escultura, las instalaciones. Todo al servicio de un arte que intenta reflexionar acerca de la vida de las personas, de lo que nos rodeamos en nuestros existir diario, eso que nos convierte en animales consumistas y que nos termina creando unas dependencias que nos impiden concentrarnos en lo esencial, en nuestro propio ser.

Cuando Zittel se va a estudiar a Nueva York, las reducidas dimensiones de su apartamento la llevaron a pensar en diseñar un único mueble con el que poder satisfacer todas sus necesidades cotidianas, un mueble que además pudiera, en caso de mudanza, recogerse para volver a montarlo en otro lugar. Con el tiempo irá completando eso con el diseño de vajillas en las que un solo objeto pueda cumplir múltiples funciones, vestidos que con pequeños cambios se pudieran utilizar en cualquier ocasión.


Con sus proyectos de espacios de habitación lo que busca es replantear los esquemas tradicionales, en un proceso de experimentación que surgen de la idea de autonomía, de libertad, para configurar unos sistemas habitables, a la medida humana, lejos de la escala monumental que nos imponen las ciudades en las que desarrollamos nuestra existencia. Algunos de los trabajos de Zittel plantea una oposición entre los espacios desérticos y los urbanos, no planteado en términos de libertad versus opresión sino como una controversia entre las percepciones mentales que tenemos de cada uno de esos lugares.

Es un continuo cuestionamiento de la relación que los individuos tenemos con los ambientes en los que desarrollamos nuestra existencia, ya sean domésticos o sociales. Una vida cotidiana en la que nos rodeamos de un montón de objetos accesorios, ya que si por un momento pensáramos en cuales de las cosas que comparten espacio con nosotros, son realmente esenciales para nuestra existencia, esa nómina sería mucho más reducida de lo que pensamos.


Es la diferencia entre el ser consumidor y el ser ciudadano, en una propuesta en la que no son las cosas que poseemos las que condicionan nuestra existencia, sino que los objetos se adaptan a nuestras necesidades básicas, es decir, se rompe el círculo del consumo compulsivo, de tal forma que puede dedicar sus fuerzas a potenciar la faceta estrictamente humana, es decir, dedicar tiempo a uno mismo.

domingo, 1 de marzo de 2009

Isabella’s room (Jan Lauwers & Needcompany)



Estrenada en el Festival de Avignon (Francia) en el 2004, el pasado fin de semana de 27 y 28 de febrero, se pudo ver en el Teatro de la Laboral de Gijón, el espectáculo Isabella’s room, un montaje que combina el teatro, con la danza, la música en directo, narrado en inglés y francés y subtitulado en castellano, que tuvo una gran acogida por parte del público, al menos en la función del sábado que fue en la que estuve presente.

Un montaje que nace a partir de una excelente colección etnográfica y de arte procedente de diferentes tribus del África negra y del Egipto faraónico, que el padre de Lauwers le dejó a su fallecimiento, y alrededor de la cual se va tejiendo la historia de Isabella (interpretada por la excelsa Viviane de Muynck), una historia que parte de la mentira acerca de sus orígenes (sus padres adoptivos la convencen de que su padre real era un príncipe del desierto, con el que Isabella fantasea).


Una historia que nos va contando una nonagenaria y ciega Isabella, ayudada por el resto de personajes. Una historia en la que son fundamentales dos de sus 74 amantes, especialmente Alexander, un padre de familia celoso porque su amante no le pide que abandone a su mujer, quien le terminará abandonando a él después de la II Guerra Mundial. Amores trágicos, ya que todas las personas que son importantes en la vida de Isabella se van muriendo de formas más o menos trágicas.

Eso transcurre en un espacio en el que predomina el blanco, incluso en muchas de las vestimentas que portan los actores, y en la que son los objetos los que ponen el color. Un trabajo escénico que nos propone múltiples puntos de atención, con un empaste extraordinariamente bien planteado entre la palabra, las canciones (la mayoría cantadas en directo), la danza, y que ayuda muy bien a aligerar un espectáculo de dos horas de duración en el que también el humor ocupa un lugar fundamental.


Los actores dan vida tanto a personajes reales como simbólicos, creando un juego de una enorme riqueza plástica y que abre la posibilidad al espectador para encajar las piezas de una manera que no tienen porqué coincidir con el encaje diseñado por un director que ha dicho de este montaje que es uno de sus obras “más convencional”.

Una obra que se mueve en un terreno indefinido, como ese faro levantado en una isla en la que transcurre la infancia de Isabella, una zona entre la tierra y el mar, que se asienta en tierra firme pero que proyecta su luz sobre la oscuridad del océano. Isabella pugna durante toda su vida, que se inicia en los principios del siglo XX, por mantener su independencia, su libertad, por vivir al margen de los convencionalismos sociales, y que lo vive todo con sinceridad, sin secretos, sin máscaras.

¿Es posible que las personas que guardan secretos se mueran antes que las que no los tienen?