martes, 8 de febrero de 2011

Thomas Demand (Munich, 1964)


Simulacros de una realidad previamente representada. Y es que no es fácil definir la obra de este fotógrafo alemán, que toma como base fotografías aparecidas en prensa relacionadas con algún acontecimiento, y que luego reproduce a tamaño real en cartón o papel, escena de la que a continuación toma sus propias fotografías, en una suerte de juego de miradas fotográficas.

Espacios que vacía de la presencia humana y que ilumina con una luz que en alguna ocasión se ha comparado con las luces de un ascensor, lo que contribuye aún más a esa atmósfera irreal, extraña, enigmática en unos espacios atemporales y de esterilidad casi de quirófano.


Lugares que han visto asesinatos, antiguas salas en las que se fotografiaba a presos en el centro penitenciario de Gera en una sala equipada con Rayos X causante de numerosas muertes por leucemia, el Salón Oval del presidente norteamericano… Escenarios reales que se convierten en otra cosa, en lugares probablemente más inquietantes que el que dio origen a la fotografía primigenia.

¿Qué pensar de una gran sala equipada con fotocopiadoras en la que no hay nadie? ¿Qué ha ocurrido ahí para que eso sea así? Javier González Panizo dice que “es más lo que no está, lo que queda disuelto en el proceso, que lo queda aún como residuo representable”.

No solo es la modificación del espacio sino que, además, los objetos acogidos en el mismo, también han cambiado su materialidad. Si al principio son máquinas de escribir, folios, relojes, mesas, sillas, o lo que sea, cuando vemos la fotografía que toma Demand, si miramos desde una cierta distancia no parece que son eso, objetos reales, sin embargo cuando nos acercamos, todo es otra cosa al estar reproducidos en cartón.


“De lejos, el mundo de Demand es un mundo concreto, uno de sustantivos más que de resbalosos adjetivos. Una mesa, una estantería, una cama. Todo parece sólido y estable hasta que, al acercarnos, nos damos cuenta de que esa mesa, esa estantería, esa cama están hechas de papel. Entonces aparece la duda”, tal y como se puede leer en ritnit.com.


El mismo artículo añade que “si antes había una mesa de oficina llena de cosas, ahora tenemos esa misma mesa pero pelada, y no es que los objetos hayan desaparecido, sino que siguen ahí pero desnudos: lo que era detalle superfluo ha sido eliminado, queda algo como un bosquejo del original pero sin las particularidades.”

4 comentarios:

Monik dijo...

La verdad, si te pones a pensar, cuando una sala se queda vacía como la que aparece en la foto llena de fotocopiadoras pero sin actividad alguna... no es un poco deprimente?? Todo adquiere vida con nosotros, los humanos, pero en verdad y en realidad... no esta todo muerto?? Se me fué la pinza?? jajajja

Besotes Alfredo!!

Alfredo dijo...

La ausencia de vida hace que esta parezca estar más presente, eso, claro está, porque estamos vivos y podemos apreciarlo y sentirlo así. Es como aquella paradoja que dice que si cae un árbol en un bosque y nadie lo oye ¿produce ruido?

Un abrazo!!

PACO HIDALGO dijo...

Como la vida misma, en soledad, sobre todo ahora, que está tan sóla la soledad. Interesante esta entrada. Buen día.

Alfredo dijo...

La soledad que provoca la ausencia. Tal vez la soledad no tiene quien le escriba.

Un abrazo!!