domingo, 1 de mayo de 2011

Restrepo (Tim Hetherington y Sebastian Junger, 2010)



“El valle de Korengal viene a ser el Afganistán de Afganistán: demasiado apartado para conquistarlo, demasiado pobre para intimidarlo, demasiado independiente para sobornarlo” (Guerra, Sebastian Junger)

Premio del Jurado en el Festival de Sundance y nominado al Oscar como mejor documental, Restrepo es un reflejo duro, real como la vida misma, descarnado de las condiciones en las que se está desarrollando la guerra en Afganistán. No es un documental en el que se buscan las causas del conflicto, ni siquiera se trata de justificar la presencia norteamericana en el país.

La cosa va de cómo afecta a los soldados la tensión que se vive a diario en el valle de Korengal, un paso fundamental para el abastecimiento de los talibanes y que fue abandonado por el ejército norteamericano en abril de 2010. Una zona en la que se producían hasta el 70% de todos los choques armados entre ambos bandos y hasta el 80% de las bajas estadounidenses en Afganistán.

Durante una misión de 15 meses, los dos periodistas, Hetherington recientemente fallecido en la población libia de Misrata, se incrustaron en una unidad del ejército con la que vivieron en primera persona todos los horrores de la guerra. Fueron 150 horas de grabación para dar lugar a Restrepo, documental de National Geographic, y al libro Guerra de Junger que es un complemento perfecto del documental.


“El primer pelotón pasa treinta y ocho días sin poder ducharse o cambiarse de ropa, por lo que al final los uniformes están tan impregnados de sal que se aguantan de pie solos. El sudor de los hombres apesta a amoníaco porque ya hace tiempo que han quemado toda la grasa y ahora están acabando con sus músculos” (Guerra)


Dos formas de contar lo mismo, como jóvenes de 19 o 20 años, son enviados a uno de los lugares más peligrosos del planeta y ver como se enfrentan a la muerte de sus compañeros, a la posibilidad de morir ellos mismos, a la asimilación o no de experiencias muy traumáticas que les van a hacer muy difícil volver a la vida civil.

De la mano de las imágenes y del propio libro, acompañamos a unos jóvenes marcados por la muerte de su compañero el colombiano Juan Sebastián Restrepo, muy apreciado por todos, cuyo nombre quisieron recordar bautizando así a un puesto avanzado que era la punta de lanza del sistema de control de los accesos del valle.


Allí, en condiciones de gran hostilidad, con la posibilidad de tener que responder a cuatro o cinco tiroteos diarios, sin agua corriente, sin medios para comunicarse con el mundo exterior más allá de la radio, se genera un microcosmos con sus propias reglas.

El drama humano de la guerra, los rostros, las miradas, los silencios, el particular sentido del humor, el miedo, la vida cotidiana y hasta el aburrimiento por la falta de acción, terminan por ser los protagonistas absolutos de un documental de esos que no se olvidan.


“Cada uno reacciona de un modo distinto al volver a casa. La primera vez que Hijar pudo sentarse a tomar una comida caliente, rompió a llorar. Cortez no sabía si debía actuar como un hombre o como un chico cuando viera a su madre en el aeropuerto (…) A Jones le parecía que, al abrir el agua, la vibración de las cañerías sonaba igual que un 0,50 por lo que estuvo tanto rato escuchando ese sonido que al final su mujer se acercó a preguntarle qué ocurría”. (Guerra)

6 comentarios:

Natàlia Tàrraco dijo...

Alfredo, he leído algo en el País Semanal, hace unas semanas, un extenso artículo con fotografías sobre este rotundo documental, jústamente premiado. Tengo ganas de verlo, pero temo que su amargura, el absurdo, la brutalidad, el sinsentido que supone cualquier guerra, me entre muy adentro. En todas las guerras mueren los jóvenes, los de un bando y del otro, ¿para qué? A los vivos, los que regresan, eso los marcará para siempre.
Hetherington fallecido en Libia, murió al pie de la cámara como tantos otros profesionales, valientes rastreadores de realidades insoportables, cada día.
!Qué pena! Un abrazo amigo Alfredo.

PACO HIDALGO dijo...

Debe ser un excelente documental; todas las manifestaciones que expongan el sinsentido de la guerra tienen mi aprobación; lo veremos. Feliz semana.

Monik dijo...

Resulta totalmente inaceptable que aun se sigan produciendo esta serie de guerras sin sentido en las que chavales de poca edad tienen que vivir en un infierno....

Alfredo dijo...

NATALIA: La más total de las casualidades ha hecho que este artículo haya casi coincidido con la noticia de la operación que ha finalizado con la muerte de Osama Bin Laden. Tanto el documental como el libro son excelentes para ver el lado humano de esos soldados entrenados para ser máquinas de matar y que luego terminan como juguetes rotos.

Un abrazo!!

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PACO: Este documental te hace conocer lo que sienten esos soldados después de enfrentarse a la muerte de un compañero y a la posibilidad de la suya propia. Y el libro de Junger es un complemento perfecto.

Un saludo!!

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MONIK: Totalmente de acuerdo contigo. Se condena a unos jóvenes a no volver a ser nunca más personas corrientes. Se les quita algo que ya no podrán recuperar nunca.

Un beso!!

balamgo dijo...

Excelente post. También había leído algo sobre el tema, y además, sobre uno de los periodista que murió hace unos días.
Debe ser escalofriante el documental, pues ya leyendo lo que has escrito se pone la piel de gallina.
Abrazos.

Alfredo dijo...

Si que estremece como transmite una realidad tan dura y compleja de una forma tan directa, sin voces en off que nos vayan contando cosas, solo con las conversaciones con los soldados y como éstos se relacionan con los afganos.

Buena semana!!