domingo, 28 de octubre de 2012

Sarah Sze, arquitectura, paisaje y línea


Power of ten.

“Está cambiando el potencial de la escultura”.  Esa afirmación es de Richard Serra, uno de los más grandes escultores contemporáneos, refiriéndose a la figura de Sarah Sze (Boston, Estados Unidos, 1969) hija de padre arquitecto con raíces chinas y madre maestra anglosajona.

The Uncountables (Encyclopedia).
Desde los años 90, Sze ha venido desarrollando un corpus artístico basado en instalaciones efímeras formadas por elementos absolutamente cotidianos (botellas de agua, envases de aspirinas, bolsas de té, flexos…) de esos que definen la huella que vamos dejando los seres humanos en nuestro tránsito vital, al modo de reguero de desperdicios casi como si no fuéramos capaces de aportar algo más a este lugar llamado mundo.

Untitled. Portable Planetarium.
En una suerte de reciclaje artístico, Sze reconvierte esos objetos de deshecho en obras de arte pensadas expresamente para ocupar un espacio determinado, y esto es tan así que incluso antes de una exposición puede llegar a demoler toda la obra que habían desarrollado en su estudio después de notar la falta de encaje con el lugar.

The Triple Point of Water.
Sus obras invaden paredes de galerías, esquinas urbanas, paisajes urbanos, convertidos en unos lugares a los que el espectador se incorpora dibujando improvisadas coreografías con sus movimientos, su deambular en torno a las piezas en la necesidad de abarcar las múltiples caras que ofrecen y de volver a reconocer un espacio que ya no es el que conocía sino que ha sufrido un cambio profundo.

Everything That Rises Must Converge.
Espacios reconfigurados de bordes difuminados entre los conceptos clásicos de primer plano y segundo plano, de transiciones entre uno y otro, disuelto en un nuevo espacio ilusorio, frágil, desorientador y capaz de reflexionar acerca de la forma de representar el paisaje.

Tilting Planet.
La magia de lo efímero, el saber que estamos disfrutando de un momento único, de una obra, al modo de una falla valenciana, destinada a desaparecer dejando el único rastro de la memoria, coloca a las instalaciones de Sze en un territorio próximo a un espectáculo poético en función de una fragilidad equiparable a la del ser humano. Y es que ahí delante de nosotros están objetos reconocibles, desechados, olvidados una vez cumplida su misión, restos de nuestras propias vidas y de nuestros naufragios.


Ahí están conviviendo en un terreno fronterizo entre la escultura, la arquitectura, el paisaje y la línea. En una entrevista en Artinfo, la propia artista comenta que “pienso en el dibujo como líneas creadas en el espacio, en la página, en la pantalla, o simplemente como algo mental y emocional para dar sentido o hacer llegar a información”.

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viernes, 5 de octubre de 2012

Johnny Otis, el padrino del rhythm and blues


Blanco, hijo de emigrantes de origen griego, crecido en un barrio de mayoría negro en San Francisco en 1921, en el estado norteamericano de California, nunca entendió eso de las barreras raciales ni del racismo. Tanto fue así que terminó por convertirse en uno de los mejores propagandistas de la música negra en los Estados Unidos y “culpable” de la carrera exitosa de muchos músicos negros.

A lo largo de su vida no solo con su ejemplo de colaboración musical incesante, sino que supo transformar eso también en compromiso político en la lucha por los derechos civiles, y aunque fracasó en su intento de ser elegido diputado al Congreso californiano, sí estuvo al lado de un senador afroamericano y publicó numerosos escritos en los que daba cuenta de su compromiso político y social. Años más tarde, se convertirá en predicador y en agricultor ecológico hasta su fallecimiento el pasado mes de enero.


Y es que acercarse a la personalidad de John Alexander Veliotes, requiere no solo ver su faceta musical como productor, percusionista, músico, compositor, sino que también hay que ver su labor política, religiosa, literaria e incluso artística.

En la Secundaria, Johnny Otis empezó su relación con la percusión en la banda del colegio, mientras en su tiempo libre frecuentaba la trastienda de los locales en los que se reunían los músicos de color de su barrio. Eso le permitió crecer entre el jazz urbano y el blues.

Un ambiente del que nacería su primer éxito, Harlem nocturne, ya como parte de una banda de jazz formada por afroamericanos en la ciudad de Los Ángeles, a la que llegó después de haber pasado por varios grupos de swing. Esa banda era la Harlan Leonard’s Rockets, en ese momento grupo residente en el Club Alabama.

El responsable de que Otis se trasladara de San Francisco a Los Ángeles, fue Nat King Cole, que también le recomendó que se enrolara con la banda de Harlan Leonard, y acompañará al saxofonista Lester Young y al cantante y pianista Charles Brown.



Eso fue en 1945 y dos años más tardes abrirá con Ali Bardu, en la ciudad del cine, el Club Barrelhouse, en el barrio de Watts, que se convertirá en un lugar mítico musicalmente hablando.  Como descubridor de talentos, a él le deben su despegue personalidades como Etta James, que le mintió sobre su edad para poder cantar con Otis, Little Richard, Jackie Wilson o Johnny Ace, todos ellos figuras fundamentales de la música de raíz negra de los Estados Unidos.

A Little Richard y Big Mama Thorton, por citar solo dos, les produjo algunos de sus grandes éxitos y ahí empezó también a definir su propio estilo musical, su particular forma de interpretar el R&B, con un estilo que Fernando Navarro define como “a medio camino del blues rural y un novedoso sonido de ciudad”.

En 1955 pondrá en marcha su propio sello musical, Dig Records, para grabar sus propios temas y los de los músicos que iba descubriendo, y en plena ecolosión del rock and roll, firma por Capitol Records arranque del Johnny Otis Show, y pondrá en marcha un programa en una televisión de Los Ángeles.

Las dificultades económicas generadas en la postguerra mundial, hizo que Otis recortara su orquesta manteniendo “dos saxofones, trompeta, trombón, añadí una guitarra de blues, un pianista de boogie-woogie y un percusionista. Eso era lo que la gente quería”, según explicó el propio Otis en alguna ocasión.


Durante más de medio siglo irá desarrollando una influyente carrera musical, hasta que en 1990 se traslada con su mujer hasta la localidad de Sebastopol, al norte de California para convertirse en agricultor ecológico y seguir manteniendo su programa semanal de radio, escribir su autobiografía titulada Upside Your Head, y aparecer en diferentes festivales. En 1994 fue incluido en el Rock and Roll Hall of Fame por su faceta como intérprete.