miércoles, 31 de julio de 2013

La abstracción lírica de Zao Wou-Ki



Los diálogos entre Oriente y Occidente dan sus mejores frutos cuando el encargado de poner los puentes es un artista, sea del tipo que sea, y cuando la sensibilidad oriental se cruza y funde con la forma de entender el arte en occidente, los resultados suelen ser difícilmente mejorables. Y ejemplos hay muchos.


En este caso, una breve parada sobre la obra de un creador fallecido en suiza este mismo año y que responde al nombre de Zao Wou-Ki, al que la crítica de arte occidental considera como el inventor de la abstracción lírica, de una pintura asentada en la tradición oriental y crecida al calor de los grandes maestros occidentales.


Wou-Ki nació en el seno de una familia de banqueros acomodada, y recibió una educación exquisita en una casa en la que había una gran colección de arte medieval chino, además de reproducciones de obras de Cézanne, Picasso, Matisse y Renoir. El mismo artista chino reconocía que fueron las obras de esos pintores los que le convencieron de iniciar un camino vital que tendría a la pintura como referente fundamental.


A algunos de esos pintores llegará a conocerlos en el París de 1948, en un viaje que fue determinante tanto por el hecho de asentarse definitivamente en occidente, como por conocer de primera mano las obras de aquellos a los que había admirado desde la lejana China. En Francia también conocería al pintor y poeta Henry Michaux, la persona que en un momento dado le sugirió que añadiera a su obra los conocimientos que tenía sobre la forma de pintar con tinta china y la caligrafía propia de su país natal.


En los Estados Unidos conocerá en su momento de máximo esplendor, el expresionismo abstracto, algo que será otro hito en su trayectoria pictórica. Con todos esos elementos, Wou-Ki desarrollará una serie de obras ante las que se tiene la sensación de estar ante cosmogonías muy personales, ante fragmentos de un universo continuo, ante sentimientos volcados hacia paisajes que ya no son reales, sino trascendentes.


Paisajes que unas veces evocan desiertos, otras veces el fondo del mar, en una suerte de topografías sentimentales por las que circular sin prisa, dejándose llevar por la belleza, dejándose flotar en la ligereza, la sutileza que bañan esas telas evocadoras, vibrantes, de gesto caligráfico ancestral y de libertad expresiva.
Más información: Asian Art, Hoyesarte, El País.

2 comentarios:

casss dijo...

Me fascinan, me quedaría horas disfrutando de esa ligereza y livianda que trasmiten.

Son sanadoras y bellas.

Un fuerte abrazo (tu blog siempre tan rico, que el tiempo no alcanza para disfrutarlo)

besos

Alfredo dijo...

Estoy de acuerdo contigo. Son obras de esas que te quedarías mirando durante todo el tiempo del mundo.

Un beso!