lunes, 2 de junio de 2014

Charles Simmonds: pequeños mundos apócrifos



La arqueología es, entre otras muchas cosas, un territorio firmemente asentado en el mundo de la memoria, del recuerdo que perdura y traspasa eras geológicas y temporales, a la espera de que alguien convierta ese recuerdo, esa memoria, en un territorio fértil, vivo y capaz de hacer reverdecer su legado.


Algo de eso está implícito en las comunidades que diseña Charles Simmonds, para su mítica estirpe de los “hombres pequeños”, pequeñas construcciones que recuerdan los poblados de adobe construidos por las comunidades de indios del suroeste de los Estados Unidos, en el interior de grandes oquedades montañosas. Otras veces serán ciudades flotantes, piezas de cerámica, otras veces saliendo de las pareces o colgadas de los techos de las galerías, o vídeos en los que vemos al artista emerger al modo de un Gulliver contemporáneo mientras sobre su cuerpo se sostienen en equilibrio precario alguno de esos pequeños mundos.


Pequeños microcosmos nacidos con fecha de caducidad, no en vano los ubica en espacios degradados, a punto de ser derribados en unos casos, o en oquedades en muros de la gran ciudad en la que la escala humana se ha perdido por completo, casi como si quisiera que nos paráramos, mirásemos, y nos pusiéramos a la altura de esa “gente pequeña”, que no somos más que nosotros mismos al lado de los mastodónticos edificios y avenidas interminables en las que la escala humana hace mucho tiempo que ha desaparecido.


Repisas de ventanas, chimeneas, oquedades varias, interiores de viviendas, son los lugares en los que Simmonds empezó a construir sus miniciudades, mini poblaciones que luego han dado el salto hasta las salas de exposiciones, a las grandes instituciones museísticas con las que dialogan, a lo mejor hasta discuten, desde su aparente insignificancia con todo ese pesado legado cultural, muchas veces salido gracias a la arqueología que ahora parece querer homenajear.


Son minilugares, minitopografías como decía antes nacidas con fecha de caducidad, como señala el propio artista cuando dice que “la energía la siento en el momento de su construcción, pero una vez que las he construido dejan de interesarme. Cuando la gente intenta protegerlas es triste ver como, en ocasiones, ese acto las rompe, pero la destrucción también puede ser un acto creativo. Es la realidad”.



Son trabajos en los que Simmonds deja una impronta de aire primitivo, nostálgico y de una cualidad sencilla, que no simple, al modo de testimonios de un mundo apócrifo. Con ser los trabajos más conocidos de Simmonds, su corpus artístico también está formado por instalaciones, esculturas y video.

Más información: Answers, Art in America, Art Critical, People.

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