miércoles, 1 de octubre de 2014

Por los caminos de Allande (y IV): Fonteta



Fonteta.

Aldea de la parroquia de San Salvador del Valledor que se hizo tristemente famosa en 2011 debido al pavoroso incendio que calcinó unas 4.000 hectáreas, ayudado por rachas de viento de hasta 110 kilómetros por hora que provocaron que las llamas, en determinados lugares pasaran incluso por encima de los árboles quemando únicamente su parte más alta. Riqueza natural, además de alguna vivienda, cuadras, destruida por la mano criminal del hombre que se está empezando a recuperar con lentitud pero con vitalidad.


Cortín. Estructura de piedra pensada para proteger las colmenas de los osos.

Eso en una parroquia de algo menos de 55 kilómetros cuadrados en la que viven, según los datos oficiales, menos de un centenar de personas, la mayoría de edad avanzada, toda vez que los jóvenes se han ido marchando en busca de oportunidades laborales que la zona no ofrece. Lo que sí ofrece es una riqueza natural, etnográfica y de paisanaje extraordinaria.

Era en la que se mayaba (majaba: separar el grano de la paja) el centeno.

Fonteta conserva en buena medida el aspecto de siempre, ese de casas de piedra y madera, de vieja y buena hospitalidad, de paisajes trabajados por los seres humanos y por sus ganados desde tiempos inmemoriales, de viñas antiguas y nuevas, con hórreos y paneras con una decoración particular, de jóvenes empeñados en seguir manteniendo vivas las tradiciones de los antiguos, en dar vida a una zona de Asturias que no merece, en absoluto, caer en el olvido.

Uno de los hórreos del pueblo.

En Fonteta se conservan en muy buen estado hórreos y paneras, es decir, construcciones pensadas para dar cabida en su interior al producto de las cosechas, y que se extienden por toda Asturias a partir del siglo XVII-XVIII de la mano de la expansión del cultivo del maíz en la región, algo de lo que se tiene la primera noticia en el año 1609. Edificios levantados sobre columnas (pegollos), con el fin de aislarlos del suelo y evitar así la entrada de roedores en su interior, que pueden ser de piedra maciza, de madera o de piedra más menuda.

Ejemplo de decoración del Estilo Allande en Fonteta.

En algunos casos presentan elementos decorativos propios del conocido como Estilo Allande, desarrollado a mediados del siglo XVIII y caracterizado por rosetas de seis pétalos por lo general, tetrasqueles de cuatro vírgulas, caras, entrelazos o relojes. En el caso concreto de Fonteta son rosetas y tetrasqueles los más habituales. Mazo y escuela son otros de los edificios que conserva el pueblo, en alguna de cuyas casas todavía es posible ver el llar (lareira la llaman en la zona), la antigua cocina con el fuego para cocinar en el centro y un banco o escaño corrido a los lados.

Lareira en una de las casas del pueblo.

Y Os Reises (Los Reyes) por supuesto. Esa mascarada de invierno que recorre las calles de distintos pueblos de la zona el primer sábado del año pidiendo el aguinaldo a los vecinos, y que un grupo de jóvenes ha recuperado del olvido en 2009. Sus personajes se dividen entre Os Feos, vinculados al mal, a lo viejo y a la naturaleza; y Os Guapos, relacionados con el bien y la modernidad; además de Os Músicos, encargados de poner música a las canciones de Os Guapos.



Al pie del puerto del Pozo de las Mujeres Muertas, Fonteta se cuelga de una ladera del cordal de Berducedo, y desde allí mantiene las esencias de un tiempo que no tiene por qué irse, de un tiempo inmemorial, de hombres y mujeres sabios que saben que en medio de la desmemoria general, vale mucho la pena conservar el recuerdo de lo antiguo, de las tradiciones, de unas raíces milenarias sobre las que asentar y desarrollar el futuro.

Vista desde el puerto del Pozo de las Mujeres Muertas.

La última etapa de este viaje nos llevará a internarnos en las tierras del vecino concejo de Cangas del Narcea para visitar el Convento de Corias.

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