martes, 31 de marzo de 2015

Broadchurch: Segunda temporada irregular




Después de una primera temporada absolutamente fantástica, parecía difícil que una segunda tanda de episodios tuviera el mismo tirón y así ha sido, a pesar de tener momentos muy apreciables y unos cuatro primeros episodios con un buen nivel para, a partir de ahí, perder fuelle y seguir un rumbo irregular y con un final que me parece que no está a la altura de una primera temporada excelente. La ITV ya ha confirmado que habrá una tercera temporada con la misma pareja de policías como protagonistas.


Una vez que en el último episodio de la primera campaña se descubriera al asesino del niño Danny Latimer, un acto capaz de hacer tambalear los cimientos de la tranquila comunidad de Broadchurch, una plácida localidad costera con una playa y unos acantilados que son unos protagonistas más de la serie, ahora para la segunda, la historia se centra en el juicio al culpable y en un antiguo caso de Alec Hardy motivo fundamental de su llegada a Broadchurch.


El juicio enfrentará a dos abogadas con concepciones muy distintas del derecho. La defensora, por un problema que le toca muy de cerca, desconfía de la justicia, aprovecha los recovecos, no duda en utilizar cualquier método con el fin de desacreditar las tesis de la acusación. Un papel, éste último, que recae en una abogada veterana que ve el ejercicio del derecho como una práctica honorable, y dedicada en cuerpo y alma a conseguir la condena del culpable desde la conciencia y la nobleza en la lucha.


Las sesiones del juicio deparan momentos muy intensos en el arranque de la serie, cuando algunas de las cosas que creíamos fijadas en la primera temporada, vemos como son retorcidas de tal forma que empiezan a parecer otra cosa, trayendo la zozobra a unas familias que esperaban conseguir a través de la justicia la paz perdida tras el asesinato de Danny. Lejos de eso, el juicio sacará a la luz nuevos trapos sucios y el veredicto justificará un final colectivo a modo de catarsis.


Por otro lado está el asesinato y desaparición de dos chicas jóvenes, de 19 y de 12 años, en Sandbrook, caso que Hardy fue incapaz de resolver en su día por la desaparición de una prueba clave, y que volverá a la luz cuando uno de los sospechosos, escondido en Francia, regrese a Inglaterra para recuperar el contacto con su esposa, también sospechosa.


Ese segundo caso no termina de levantar el mismo interés, ni de tener la fuerza dramática del asesinato que da origen a la serie, sirviendo únicamente para dar un paisaje más amplio a la presencia de Hardy en Broadchurch, y relanzar la relación con Ellie Miller, dividida entre el juicio y las consecuencias que éste tiene sobre su propia vida y la necesidad de salir de ese ambiente opresivo, a través de centrar su atención en un nuevo caso y echar una mano a Hardy. Veremos que nuevas tribulaciones les esperan en la tercera temporada.

sábado, 28 de marzo de 2015

Manifiesto Día Mundial del Teatro


Objetivo: celebrar el teatro


"Los verdaderos maestros del teatro son los más fáciles de encontrar lejos del escenario. Y por lo general, no tienen interés en el teatro como una máquina para la replicación de convenciones y reproducción de clichés. Ellos buscan la fuente pulsante, las corrientes de vida que tienden a pasar por alto las salas de espectáculos y la multitud de personas empeñadas en copiar algún mundo u otro. Copiamos en lugar de crear mundos que están enfocados o incluso dependientes de debate con el público, sobre las emociones que se hinchan por debajo de la superficie. Y en realidad no hay nada que pueda revelar las pasiones ocultas mejor que el teatro.

Muy a menudo me dirijo a la prosa de orientación. Día tras día me encuentro pensando en los escritores que hace casi cien años describen proféticamente sino también serenamente el declive de los dioses europeos, el crepúsculo que sumió a nuestra civilización en una oscuridad que aún no se ha iluminado. Estoy pensando en Franz Kafka, Thomas Mann y Marcel Proust. Hoy me gustaría también contar con John Maxwell Coetzee entre ese grupo de profetas.

Su sentido común del inevitable fin del mundo -no del planeta-, sino del modelo de las relaciones entre humanos y del orden social y la agitación, es conmovedoramente actual para nosotros aquí y ahora. Para nosotros que vivíamos conformes al fin del mundo. ¿Quién vive en la cara de los delitos y conflictos que diariamente nacen en nuevos lugares más rápido incluso que los medios de comunicación ubicuos pueden mantenerse al día? Estos incendios crecen rápidamente aburridos y desaparecen de los informes de prensa, para no volver. Y nos sentimos desamparados, horrorizado y cercados. Ya no somos capaces de construir torres y los muros que construimos tercamente no nos protegen de cualquier cosa, por el contrario, ellos mismos exigen protección y el cuidado que consume una gran parte de nuestra energía de la vida. Ya no tenemos la fuerza para tratar de vislumbrar lo que hay más allá de la puerta, detrás de la pared. Y es por eso exactamente por qué el teatro debe existir y donde debe buscar su fuerza. Para mirar dentro buscamos lo que está prohibido.

La leyenda trata de explicar lo que no se puede explicar. Debido a que se basa en la verdad, que debe terminar en lo inexplicable", así es cómo Kafka describe la transformación de la leyenda de Prometeo. Estoy convencido de que las mismas palabras deben describir el teatro. Y es esa clase de teatro, el que se basa en la verdad y que encuentra su fin en lo inexplicable es lo que deseo para todos sus trabajadores, los del escenario y los de la audiencia, lo deseo que con todo mi corazón."

Krzysztof Warlikowski. 

lunes, 23 de marzo de 2015

Doug MacLeod: “El blues te hace celebrar la vida”


“No tengo muchos recuerdos de mi vida en Carolina del Norte, pero me acuerdo de que mi madre de contaba que cuando era un niño, nuestros vecinos eran muy aficionados a la música de Louis Jordan, y cuando ponían su música, me contaba mi madre, empezaba a seguir el ritmo con mis pies. Cuando era otra la música que sonaba, mis pies no hacían absolutamente nada. (…) San Luis es una gran ciudad para enamorarse del blues. Albert King estaba allí, Little Milton, Ike y Tina Turner (…)”




“Tuve una infancia difícil y de aquella experiencia me quedó una tartamudez que me impedía hablar. Literalmente no podía hablar. La gente intentaba ayudarme terminando las palabras por mí, pero eso lo hacía aún peor. Como bajista, tocaba en distintas bandas y esa era una forma de conocer chicas, pero cuando me hablaban muchas de ellas me rechazaban. Eso me hacía sentir realmente mal. Entonces un día cogí la guitarra, yo había estado tocando blues en esas bandas de San Luis, conocía las canciones, empecé a cantar y la voz simplemente salió, y nunca volví a tartamudear nunca más. Cuando la gente me pregunta como llegué al blues, prefiero pensar que el blues me escogió a mí.”

“[En referencia a Ernest Banks] Creo que su filosofía era: “nunca toques una nota en la que no creas”, pero lo que me ha quedado grabado de él es la máxima de no escribir o cantar sobre algo de lo que no sepa nada.



“[A una pregunta acerca de su costumbre de contar historias en sus conciertos] En primer lugar yo estaba en el circuito del folk donde era habitual que la gente contara sus historias, y yo, siendo un chico del blues, también contaba las mías y así empecé. Por aquel entonces los viejos chicos del blues, como Ernest Banks y Brownie McGee también lo hacía, así que pensé que era una buena idea. Esas historias empezaron a alargarse cuando tenía mi banda y el repertorio que teníamos no cubría todo el tiempo de actuación que teníamos.”



“El blues es honesto. Es real y habla de los sentimientos que tenemos todos. (…) Si tocas con el corazón, tocas con el alma. El blues habla de la gente. El blues trata de las emociones básicas que todos experimentamos en nuestra vida diaria. Todos buscamos a alguien a quien querer, a alguien que nos quiera, todos queremos poner comida en la mesa, tener un bonito lugar en el que vivir, quieres que tus hijos estén bien, quieres tener las necesidades básicas cubiertas, y el blues habla de todo eso. El blues te hace celebrar la vida”.

Fragmentos de la entrevista concedida a Alan White y publicada en la web Early Blues. 

lunes, 16 de marzo de 2015

The Newsroom: Lou Grant en el siglo XXI



Una de las primeras series de televisión de las que tengo recuerdos nítidos es de Lou Grant, la historia de la redacción de un periódico norteamericano, cuando las redacciones estaban llenas de máquinas de escribir, y un grupo de profesionales de la información corrían detrás de la noticia para luego hacerla llegar a sus lectores de la mejor forma posible.


De aquella se despertó en mi el gusto por el periodismo y empecé a soñar con formar parte de ese mundo, sueño que, en cierta medida, pude cumplir y que ahora que ya no formo parte del gremio se me ha vuelto a despertar después de ver The Newsroom, firmada por Aaron Sorkin. Una serie ésta última que he disfrutado mucho, especialmente, sé que suena paradójico, por la diferencia entre lo que se nos cuenta en la ficción y la pura y dura realidad de las empresas periodísticas.


En el caso de The Newsroom vemos la redacción de una cadena de televisión, formada por un puñado de idealistas empeñados en contar las noticias con imparcialidad, objetividad y formar a los votantes norteamericanos para que sean votantes responsables, y puedan ejercer ese derecho con todas las cartas encima de la mesa. Todo ello sabiendo que las audiencias, más acostumbradas a una mezcla de información y entretenimiento, no van a ser las mejores. Eso y un error de graves consecuencias, les relegaran en las preferencias del público poniendo en peligro la propia supervivencia del canal.


Por el camino iremos asistiendo a un montón de diálogos inteligentes, soltados a toda prisa, que en caso de optar por la versión original subtitulada obliga a leer a gran velocidad, plagados de reflexiones morales y éticas acerca de la función social que tiene el periodismo, del compromiso ético que tiene con la ciudadanía, aunque tampoco parece que la sociedad misma sea demasiado exigente con los propios medios.


A lo largo de la serie iremos viendo pasar por la pantalla algunos de los hechos periodísticos más destacados de la actualidad norteamericana, como la propuesta del programa sanitario de Obama para ampliar la cobertura a un mayor número de personas, el ascenso del Tea Party, la segunda elección de Obama, o los atentados en la maratón de Boston, son algunos de los episodios que The Newsroom nos dice como tendrían que haberse tratado informativamente.


Y la llegada de todo el conglomerado de Internet, de las redes sociales, del mal llamado “periodismo ciudadano”, que ha venido a complicar mucho el panorama de las fuentes de información, y de la creciente dificultad para determinar qué fuentes son fiables y cuáles no, o, lo que es peor, poniendo a todas las fuentes al mismo nivel.



Una coctelera de enorme interés aderezada con unas relaciones personales, que deparan algunos momentos bastante divertidos, y que se entremezclan con las profesionales, para crear una serie, muy criticada desde el sector periodístico, de esas que uno termina por recordar. Una amiga me dijo que esta serie me iba a gustar “mucho, mucho”, y tengo que decir que se quedó corta.